martes, 1 de septiembre de 2009

Membrillos Asados

Si!!!, Membrillos Asados, nunca se me habría ocurrido siquiera asar membrillos, puedo imaginarme cualquier cosa asada, pero no un membrillo.

En fin, el último viaje que hice a Laja, específicamente a La Colonia, que es el caserío donde viven mis abuelos, a la hora de almuerzo mientras nos comíamos una cazuela hecha por mi abuela, mi abuelo me contaba otra de sus tantas historias, y me hablaba de su abuela, me contó por ejemplo que ella murió cuando el tenía 7 años, de eso hace ya 65 años y aún la recuerda y se emociona; me contaba que su abuela lo mandaba a recoger membrillos mientras ella se disponía alrededor de un fogón que estaba echo con una serie de ladrillos puestos unos sobre otros y que de esa forma formaban un diminuto castillo con una pared circular de unos 30 centímetros de alto y 1,5 metros de diámetro; dentro de esa fortaleza, mucha ceniza y mucha leña de pino quemándose la convertían en una alucinante visión para un niño de 7 años.

Cuando mi abuelo llegaba con los membrillos, su abuela los echaba al fuego y le decía: "los vamos a dejar un ratito y después nos vamos a comer unos membrillitos asados".

Que bonito recuerdo.

Les dejo una receta más moderna y mas detallada que la de mi bisabuela: http://micuadernodecocina.blogspot.com/2007/10/membrillos-asados.html

jueves, 27 de agosto de 2009

En cualquier bar la escucharás....


De las Historias que contaba mi abuelo, la que más recuerdo es sin duda una que no sé bien si es un mito o una gran historia (contada por pocos), ya que cualquier persona que sea de Valparaíso, al menos debería haber escuchado alguna vez ésta historia.

Dejar la duda si es mito o verdad, es la gracia principal de la historia, ya que hay indicios de que es tan cierta como las dudas de que es falsa.

No recuerdo el año, ni el mes, ni menos el día, ya que esa información nunca pasó, solo diré que un día normal y hermoso en su totalidad, como suelen ser los días en mi querido puerto, la marina se preparaba para realizar sus trabajos, ensayos y/o juegos (como quieran llamarlos), que para el que nunca lo ha visto, es todo un espectáculo en la bahía de Valparaíso.

Claramente éste no seria un día normal, y por lo mismo, fueron extraños los movimientos que hacían los navíos en la mar, nunca se habían visto, cerca de la costa y fuera de la bahía al mismo tiempo, a toda prisa; mucha gente se paró a ver éste nuevo ejercicio que finalizo con una gran explosión, de estas típicas cuando explota algo bajo el agua, luego todos los buques se dirigieron al muelle de los marinos.

Aca parte el rumor o mito, o una gran verdad, depende de quién la cuente o quién la escuche, resulta que en medio de los ejercicios apareció bajo los barcos de la Marina de Chile, un submarino que se dice era peruano; en el acto le ordenan emerjer, pero éste se da a la fuga y comienza una persecución por toda la bahía de Valparaíso, mientras que otros buques salían de la bahía en caso de que este intentara escapar.

Como intentando encasillarlo en la bahía más memoriosa de Chile (da para otra historia); múltiples explosiones se sucedían en la bahía mientras los navíos se alistaban en las afueras de la misma; hasta que, de pronto, una tremenda explosión trajo como resultado el más grande alborto de todos los tiempos, muchos buques menores se acercaron al lugar del suceso, mientras los demás permanecían inmóviles en sus sitios.

El submarino peruano yace en el fondo de la bahía de Valparaíso, hasta estos días.

Carlos Córdova.

Desde Antaño!!!

Recuerdo con mucha admiración el tiempo en que mi Tata me relataba a su vez sobre su abuelo, quien le había enseñado todo acerca del servicio militar. Esto, debido a que mi tatarabuelo había servido directamente al ejército de Chile durante la ya afamada Guerra del Pacífico contra la confederación Perú-Boliviana.

Dentro de las muchas historias que le contó mi tatarabuelo a mi tata, estaba la nunca bien ponderada “chupilca del diablo”, que si bien es mencionada por muchos historiadores, pocos pueden relatar qué es lo que hacía sentir. Para aquellos que no sepan qué es este brebaje, es simplemente una chupilca como cualquier otra, excepto que en vez de usar harina tostada se usa pólvora y en vez de vino, aguardiente. OK, quizás no tiene nada que ver con una chupilca. Con este elixir, entonces, se preparaban las tropas chilenas antes de salir a batallar. Según contaba mi tatarabuelo, esta cosa era malísima, te quemaba por dentro y te daba una úlcera que lo único que querías era salir matar, pero a la vez era adictivo. Ignoro qué efecto químico tendrá a nivel del sistema nervioso, pero no por nada a los chilenos se nos describe como bárbaros con frenesí de sangre en los libros de historia de Perú. Según los expertos, esta bebida es sólo un mito, pero quien te dice si acaso mi propio tatarabuelo no se compró la historia y la contó como verdadera. Yo aun la quisiera probar, pero no me atrevo...

Poseía mi tata un corvo original, heredado de su abuelo, y era muy distinto del institucional y refinado pico de loro que hoy por hoy utiliza el ejército. Era la punta de una “echona”, algo así como una guadaña pequeña,o una hoz más abierta, con doble filo y un mango hechizo de madera, tripa seca y medio remache, que protegía la mano del filo escondido de la echona. Nunca lo vi, pero ¿por qué habría de desconfiar de mi tata?

Estaba el pelotón de mi ancestro, al frente de guerra fueron todos, extasiados por defender a su país y por la chupilca, los pendejos voluntarios corriendo por las secas tierras del norte de pronto se encontraron cara a cara con una barricada del lado de los vecinos. Una barricada hecha con sacos de arena que se levantaba triunfante unos 2 metros, inamovible. Fue con este improvisado puñal que mi tatarabuelo, a la orden de un superior, cortó los sacos de arena que formaban la base de la barricada, dejando que desangrara toda la arena sobre el ya árido campo de batalla. Vaciados los sacos de abajo, la barricada se desplomó, y las heridas infligidas en la carne de los hermanos peruanos y bolivianos, aparte de ser letales, iban cargadas de arena de sus barricadas.

La historia detrás de la participación de mi tatarabuelo tiene un barniz rosa, lo cual puede hacerla más interesante, según me ha demostrado la experiencia.

Corría el año 1879 y tenía mi tatarabuelo la tierna edad de 15 años, equivalente quizás a unos 18 o 20 de la era actual, y se fijaba en una chica que vivía unas calles más allá. Estalló la guerra, los avisos abundaban pidiendo voluntarios para apoyar a la patria en el norte, como parte de la Infantería de Chile. Fue entonces el niñato a la casa de su pretendida, habló con el dueño de la casa y pidióle la mano de su hija en matrimonio. Siendo mi tatarabuelo un piante como yo, y la señorita en cuestión de una familia más acomodada, la respuesta obviamente hubiese sido una rotunda negativa. Pero el caballero, quizás por pena, le dijo al muchacho que si regresaba vivo, podría casarse con su hija. “Qué va a volver este mierda”, debe haber pensado el caballero. Pero qué le han dicho a mi tatarabuelo, ahora no se podía morir en una simple guerra si tenía una futura esposa (y futura guerra) esperándole en casa. Unas cuantas heridas, pelones, quemaduras, una úlcera del demonio y muchas historias acumuladas trajo consigo después de haber sorteado lo que una guerra le hace a un niño, pero que el amor supo paliar. Bien podría haber endurecido su corazón y haber curtido su piel, convirtiéndole en adulto antes de tiempo. Pero la imagen de su niña mantuvo despierto el sueño, y el soñar es propio de un romántico, no de un asesino. Y viéranlo ahí, años después, la dama acomodada estaba dando a luz a don Floridor Malagueño, el padre de quien me contó esta historia, la que ahora comparto con ustedes. Porque si bien seguía siendo un piante, era un piante que había servido a su patria, y se lo había ganado. Y el padre de mi tatarabuela, era un hombre de palabra, como trato de serlo yo el día de hoy, tal como me enseñó mi tata.

viernes, 7 de agosto de 2009

Con la talla a flor de lengua....



Es una verdad humana y divina, pero todo nace, crece, envejece y finalmente muere, pero siempre en esta verdad hay algo de eternidad, algo que siempre queda, algo que siempre permanecerá pulentamente grabado en la cabecita y en el corazón, es un hecho que las historias más súblimes van aliñaditas con de todo un poco, Amor, Odio, Esperanza, y el condimento predilecto de todo chef de la vida HUMOR....SOBRE TODO EN EL SUFRIMIENTO.


Recuerdo que un par de años atrás mi abuelo de 80 años ya sufría de la maldita y cruel enfermedad de Alzheimer, poco apoco su memoria se iba apagando y también sufría de algunos efectos tipo TALDO, conversaba muy poco, se le olvidaban las cosas y se pasaba la major parte del día reclamando por cualquier cosa o simplemente pajareando, pues bien un dia "DE AQUELLOS" mi abuelo se perdió....salió toda la familia a buscarlo por las calles, a preguntar por él, era una tarde de Septiembre, simplemente y como por arte de magia se perdió.....fueron alrededor de 3 horas de búsqueda intensa, eran como las 4 de la tarde cuando con 2 primos nos dirigimos al patio trasero de la casa, y nos pusimos a mirar el cielo estrellado con volantines, de repente del techo se asoma la cabeza de mi abuelo, venía con una escoba en la mano y una bolsa con basura, nos miró y preguntó:


ABUELO: Chiquillos, qué hora es? Hay que almorzar?

PRIMO GRANDE: Pero abuelito que anda haciendo arriba del techo?? toda la familia lo anda buscando

ABUELO: Salí a barrir el techo y me quedé mirando los volantines..

PRIMO CHICO: Abuelito, eso no se hace, usted se podría haber caído, Lo voy a acusar con la abuelita.

ABUELO:Cállate cabro de mierda, si le cuentas algo TE VOY A "ENCUMBRAR" A PATÁ EN LA RAJA!!!!!!!


Les juro que no aguantamos, y todos nos largamos a reir, fue la frase célebre de esa semana patria, yo me tiré al suelo a reirme, me dolía la guata, pa más rechaca, llegaron mis tías y mi primo chico lloraba del reto y mis tías casi asfixiadas llegaron a la casa con los pacos, lo ayudaron a bajar del techo.


Para coronarla, lo llevaron a la posta, cuando salía no faltó la vieja copuchenta que se acercó a preguntar que había pasado, mi abuelo subiendo al furgón depacos le gritó: ANDA A VER LA TELESERIE VIEJA CARE HUESILLO, hasta los pacos se rieron porque la vieja se puso colorá como jaiba, tenía muchas arrugas en el rostro y literalmente se parecía a un huesillo, mi abuelo era re gueno pa las tallas y pa los sobrenombres, a mi abuela le decía: cabeza de meduza, almorzar con mi abuelo era puro reirse....

miércoles, 29 de julio de 2009

El valor de la enseñanza

Quizás lo primero que recuerdo de ti era el valor que siempre le entregaste al aprender y al aprehender lo aprendido.
Recuerdo ahora, cuando el tiempo ha pasado, que siempre me dijiste que debía ser más y mejor que mi padre; así como él logró aquello que para ti estaba vedado. Y déjame decirte que ese prospecto me persiguió toda la vida. ¿Cómo iba yo a superar a mi papá? ¿Cómo iba a lograr yo sobrepasar las metas que tan hábilmente alcanzó mi progenitor?
Y ahí me ponía a analizar cómo llegaste del campo a la capital, tú que cuando chico ibas a la escuela descalzo, tú que al no encontrar un trabajo que te acomodara te pusiste a fabricar y vender jabones, y que gracias a ellos te pudiste ir a Talcahuano a trabajar de eléctrico. Cómo de cuando llegaste a Santiago te fuiste a la aviación, te casaste, criaste a cuatro hijos y mantuviste una hermosa casa que todavía añoro.
Y después me ponía a analizar del cómo mi papá recorrió el mundo, llevando en sus vuelos a líderes mundiales, cargando con el peso de una gran compañía en sus hombros.
¿Cómo iba yo a superar aquello?
Pero ahora, ya mayor, recién licenciado, me doy cuenta que no era de cantidad de lo que me hablabas en tu mayor enseñanza, sino de la calidad que debía lograr, y el respeto y el cariño que uno le diera a su trabajo que tanto dignifica como solías recalcar.
Ahora soy profesor y soy feliz de serlo, y me siento digno de llevar mi título a todos lados, porque siento que así me doy el respeto que merezco junto al cariño con que espero que mis alumnos puedan recordar mis clases, sobre todo al recordar que mi camino se inició con un niño que llegaba a su escuela descalzo en el campo.

viernes, 24 de julio de 2009

Vuelos y Aterrizajes.

De las curiosidades de la vida que me enseño mi abuelo materno, de esas que son tan obvias pero que pasamos por alto, y al momento de vernos enfrentadas a ellas recuerdas las palabras “te dije que te iba a pasar”. Bueno está historia precisamente no relata una de esas enseñanzas, ya que “igual les va a pasar”, es una humorada, o una wuebada, como ustedes prefieran.

Mi abuelo es de la Región del Maule, vive en su parcela en la cual pase algunos veranos de mi infancia y de grandecito también, por las bondades de esa parcela. Mi Abuelo me contaba y enseñaba de los animales que estaban en la parcela y de las distintas curiosidades de los mismos, pero lejos el que se lleva todos los aplausos en el pajarito “uyuyui”. El Plumífero en cuestión se caracteriza por el momento en que aterriza, dado el tamaño de sus testículos estos rozan de forma grotesca el suelo aterrizar, lo que provoca los alaridos del Pájaro que suelen ser semejantes a “UYUYUI”, lo que le da el sobrenombre a este plumífero. Mi sorpresa no fue menor al escuchar la misma historia en Argentina, por un amigo de mi viejo.

Carlos Córdova.

miércoles, 17 de junio de 2009

En cualquier bar la escucharás....

De las Historias que contaba mi abuelo, la que más recuerdo es sin duda una que no sé bien si es un mito o una gran historia (contada por pocos), ya que cualquier persona que sea de Valparaíso, al menos debería haber escuchado alguna vez ésta historia.


Dejar la duda si es mito o verdad, es la gracia principal de la historia, ya que hay indicios de que es tan cierta como las dudas de que es falsa.

No recuerdo el año, ni el mes, ni menos el día, ya que esa información nunca pasó, solo diré que un día normal y hermoso en su totalidad, como suelen ser los días en mi querido puerto, la marina se preparaba para realizar sus trabajos, ensayos y/o juegos (como quieran llamarlos), que para el que nunca lo ha visto, es todo un espectáculo en la bahía de Valparaíso.

Claramente éste no seria un día normal, y por lo mismo, fueron extraños los movimientos que hacían los navíos en la mar, nunca se habían visto, cerca de la costa y fuera de la bahía al mismo tiempo, a toda prisa; mucha gente se paró a ver éste nuevo ejercicio que finalizo con una gran explosión, de estas típicas cuando explota algo bajo el agua, luego todos los buques se dirigieron al muelle de los marinos.

Aca parte el rumor o mito, o una gran verdad, depende de quién la cuente o quién la escuche, resulta que en medio de los ejercicios apareció bajo los barcos de la Marina de Chile, un submarino que se dice era peruano; en el acto le ordenan emerjer, pero éste se da a la fuga y comienza una persecución por toda la bahía de Valparaíso, mientras que otros buques salían de la bahía en caso de que este intentara escapar.

Como intentando encasillarlo en la bahía más memoriosa de Chile (da para otra historia); múltiples explosiones se sucedían en la bahía mientras los navíos se alistaban en las afueras de la misma; hasta que, de pronto, una tremenda explosión trajo como resultado el más grande alborto de todos los tiempos, muchos buques menores se acercaron al lugar del suceso, mientras los demás permanecían inmóviles en sus sitios.

El submarino peruano yace en el fondo de la bahía de Valparaíso, hasta estos días.

Carlos Córdova.

miércoles, 10 de junio de 2009

cómo serían tus abuelitos...?!

Hoy por hoy me acuerdo recurrentemente de mi abuelo y en particular de una de sus frases célebres, hay una que siempre me gustó muchísimo por la connotación filosófica que hay detrás; obviamente mi abuelo, que a duras penas sabe leer y escribir luego de sus tormentosos 3 años de educación (que será una de las próximas historias), no tiene idea de lo que es filosofía, quizás piensa que es un nombre compuesto que algún ocioso le puso a la concho de la familia. No sé.
Bueno, la frase en cuestión bien se grafica en el título de éste post, y es: “¿cómo serían tus abuelitos?”

Y tiene sus fundamentos filosóficos en la evolución del hombre como individuo inacabado. ¿No me creen,? bah….aquí va la explicación.

Se supone, que la especie humana evoluciona y mejora con el paso del tiempo (corolario que no siempre se cumple, algo así como un axioma chilensis); entonces, dicha frase emana de la boca de mi Tata cuando te mandas alguna cagá o haces un digno comentario weón; por ejemplo,

- Yo: Tata, ¿porqué las semillas se siembran y no se plantan?

- Tata: (con una mirada inquisidora y su cuerpo inclinado en 90° mirando el suelo, una de sus manos abriendo la tierra y la otra poniendo una semilla de cilantro dentro de la rendija) Porque son semillas, sino, serían plantas po perro (perro = mi apodo según mi Tata)

- Tata: (con la mirada en la tierra otra vez y una sonrisa en los labios) ¡¿cómo serían tus abuelitos perro?!

Entonces analizo, si la raza mejora con el tiempo, como serían de weones mis abuelitos si hago preguntas tan weonas.

Sutil manera de decirme weón, jajaja…claro, pero me quedo con la satisfacción que él es mi abuelo.

Nos vemos

martes, 9 de junio de 2009

Desde antaño...!

Recuerdo con mucha admiración el tiempo en que mi Tata me relataba a su vez sobre su abuelo, quien le había enseñado todo acerca del servicio militar. Esto, debido a que mi tatarabuelo había servido directamente al ejército de Chile durante la ya afamada Guerra del Pacífico contra la confederación Perú-Boliviana.

Dentro de las muchas historias que le contó mi tatarabuelo a mi tata, estaba la nunca bien ponderada “chupilca del diablo”, que si bien es mencionada por muchos historiadores, pocos pueden relatar qué es lo que hacía sentir. Para aquellos que no sepan qué es este brebaje, es simplemente una chupilca como cualquier otra, excepto que en vez de usar harina tostada se usa pólvora y en vez de vino, aguardiente. OK, quizás no tiene nada que ver con una chupilca. Con este elixir, entonces, se preparaban las tropas chilenas antes de salir a batallar. Según contaba mi tatarabuelo, esta cosa era malísima, te quemaba por dentro y te daba una úlcera que lo único que querías era salir matar, pero a la vez era adictivo. Ignoro qué efecto químico tendrá a nivel del sistema nervioso, pero no por nada a los chilenos se nos describe como bárbaros con frenesí de sangre en los libros de historia de Perú. Según los expertos, esta bebida es sólo un mito, pero quien te dice si acaso mi propio tatarabuelo no se compró la historia y la contó como verdadera. Yo aun la quisiera probar, pero no me atrevo...

Poseía mi tata un corvo original, heredado de su abuelo, y era muy distinto del institucional y refinado pico de loro que hoy por hoy utiliza el ejército. Era la punta de una “echona”, algo así como una guadaña pequeña,o una hoz más abierta, con doble filo y un mango hechizo de madera, tripa seca y medio remache, que protegía la mano del filo escondido de la echona. Nunca lo vi, pero ¿por qué habría de desconfiar de mi tata?

Estaba el pelotón de mi ancestro, al frente de guerra fueron todos, extasiados por defender a su país y por la chupilca, los pendejos voluntarios corriendo por las secas tierras del norte de pronto se encontraron cara a cara con una barricada del lado de los vecinos. Una barricada hecha con sacos de arena que se levantaba triunfante unos 2 metros, inamovible. Fue con este improvisado puñal que mi tatarabuelo, a la orden de un superior, cortó los sacos de arena que formaban la base de la barricada, dejando que desangrara toda la arena sobre el ya árido campo de batalla. Vaciados los sacos de abajo, la barricada se desplomó, y las heridas infligidas en la carne de los hermanos peruanos y bolivianos, aparte de ser letales, iban cargadas de arena de sus barricadas.

La historia detrás de la participación de mi tatarabuelo tiene un barniz rosa, lo cual puede hacerla más interesante, según me ha demostrado la experiencia.

Corría el año 1879 y tenía mi tatarabuelo la tierna edad de 15 años, equivalente quizás a unos 18 o 20 de la era actual, y se fijaba en una chica que vivía unas calles más allá. Estalló la guerra, los avisos abundaban pidiendo voluntarios para apoyar a la patria en el norte, como parte de la Infantería de Chile. Fue entonces el niñato a la casa de su pretendida, habló con el dueño de la casa y pidióle la mano de su hija en matrimonio. Siendo mi tatarabuelo un piante como yo, y la señorita en cuestión de una familia más acomodada, la respuesta obviamente hubiese sido una rotunda negativa. Pero el caballero, quizás por pena, le dijo al muchacho que si regresaba vivo, podría casarse con su hija. “Qué va a volver este mierda”, debe haber pensado el caballero. Pero qué le han dicho a mi tatarabuelo, ahora no se podía morir en una simple guerra si tenía una futura esposa (y futura guerra) esperándole en casa. Unas cuantas heridas, pelones, quemaduras, una úlcera del demonio y muchas historias acumuladas trajo consigo después de haber sorteado lo que una guerra le hace a un niño, pero que el amor supo paliar. Bien podría haber endurecido su corazón y haber curtido su piel, convirtiéndole en adulto antes de tiempo. Pero la imagen de su niña mantuvo despierto el sueño, y el soñar es propio de un romántico, no de un asesino. Y viéranlo ahí, años después, la dama acomodada estaba dando a luz a don Floridor Malagueño, el padre de quien me contó esta historia, la que ahora comparto con ustedes. Porque si bien seguía siendo un piante, era un piante que había servido a su patria, y se lo había ganado. Y el padre de mi tatarabuela, era un hombre de palabra, como trato de serlo yo el día de hoy, tal como me enseñó mi tata.